Situada en la bahía de Shenzhen, la planta de 360 metros de largo y 50 metros de alto, ocupa una superficie de 7 hectáreas y cumple con los criterios medioambientales requeridos por el Gobierno de Hong Kong establecidos en su estrategia para la gestión sostenible de los residuos. La planta, que no genera vertidos de aguas residuales y transforma los lodos en electricidad, ofrece una solución totalmente limpia y ecológica a una de las formas de contaminación urbana más díficles de tratar.

La electricidad generada por el proceso de tratamiento de los lodos cubre las necesidades energéticas de la instalación y una planta desaladora de agua de mar produce el agua de proceso para la operación. Gracias a su alto rendimiento, esta instalación se ha convertido en punto de interés ecológico y en un centro de aprendizaje medioambiental. Cuenta con un jardín ecológico que muestra la biodiversidad local, un café con vistas al mar, una piscina climatizada, un centro de conferencias y una plataforma de observación. Esta instalación, que convierte residuos en energía renovable, es el perfecto ejemplo de la economía circular ya que genera valor de los residuos. Al cerrar el círculo de los residuos, el agua y la energía, esta "nueva economía" ofrece una solución efectiva a la creciente escasez de materias primas y combustibles fósiles, así como al cambio climático, retos a los que se enfrenta Asia al igual que el resto de continentes.
